viernes, 20 de marzo de 2009

Trotando por el globo

Ahora que estamos en una nueva época de antiantiamericanismo, debido al carisma personal de un presidente estadounidense con nombre de enemigo estadounidense, he estado pensando en hacer un pequeñísimo homenaje a los verdaderos embajadores de los yuesei. Efectívamente niños, hablo de los Harlem Globetrotters. Puede haber gente a la que le caiga mal Obama, que odie a Bruce Sprigsteen o sienta asco por el cine americano. Pero, ¿Quién puede odiar a los Globetrotters? Yo, desde luego, no. No he tenido la suerte de verlos actuar en directo, pero me trago todos los documentales que hay de ellos, veo sus vídeos en tu tubo y juego al baloncesto de una forma muy parecida a la suya (He leido en algún sitio que la gente se cree todo lo que pone en interner). Por desgracia uno de mis ídolos, el gran Showtime Gaffney, que lleva 15 años en los Trotters, muchos de ellos como líder indiscutible, ha decidido retirarse en febrero de éste mismo año. Así que aquí os dejo con un vídeo en el que el primer tiro es suyo, como sincero homenaje, y otras dos canastillas que hicimos Perich y yo de incógnito con nuestros seudónimos. El del final es un pavo que salta que viene a pedirnos dinero siempre a los botellones.


jueves, 5 de marzo de 2009

Publicidad

Resulta que iba yo hace poco a comer un delicioso plato hecho con mucho amor (Porque cocino yo para mí, y el amor hacia uno mismo es el mejor. Y el más barato), cuando apareció un tipo en la tele vomitando como un adolescente al que le ha sentado mal la hamburguesa (Y te juro mamá que es por la hamburguesa). Un tipo potando para anunciar una compañía de móviles. Viva y hurra.

Sé que los anuncios deben ser impactantes para llegar a un televidente hasta los huevos de anuncios. Yo prefiero los anuncios divertidos (Que los hay, a mí me flimpa el de heineken) a los que dan asco, pena o ascopena, pero supongo que estudiosos de chaqueta y corbata habrán decidido que es mejor hacer anuncios de los que se pueda quejar una asociación de consumidores, que al fin y al cabo es publicidad gratis. Así que no voy a quejarme de que me repugnen u ofendan, pero sí de la falta de coherencia de los anuncios.

Observo anonadado cómo gente que se queja del mínimo error de una serie de televisión, como la praxis errónea de una profesión, los fallos de racord o similares, no se inmutan cuando una mujer del futuro entra en una casa para enseñar a una maruja el truco para limpiar más blanco, o una mascota hiperactiva y claramente mayor de edad se pone a jugar con unos niños. Qué está fallando en nuestras mentes? Por qué aceptamos alegremente que un jovenzuelo catalán nos hable de lo ricas que están las pizzas que hace su abuela del pueblo? Qué clase de abuela de pueblo hace pizzas? Mi abuela hace un shushi cojonudo, no te jode... En fin, señores publicistas que leéis mi blog (Uno o ninguno, creo), una cosa es ser ingeniosos o imaginativos, y otra abusar de las drogas (Sabéis de qué hablo, anunciantes de coches y perfumes). He dicho