miércoles, 11 de agosto de 2010

Death of a clown

Cualquier persona que haya tenido la suerte de ver actuar a los Hermanos Piccoletti, seguro que se dio cuenta de que una de nuestras principales influencias fueron los Monty Python (Junto a Faemino y Cansado y, sobre todo, Amanece que no es poco)

Los Python introdujeron el humor absurdo en el imaginario humorístico mundial y, además, hicieron que nos descojonáramos. Pero si hay un Monty que merece que le dediquen un post sobre todos los demás (que no es decir poco), para mí es Graham Chapman

Antes de que se creara el grupo, Graham ya escribía guiones profesionalmente para la BBC con John Cleese, que siguió siendo su compañero más habitual cuando ya escribían para los Python. Fue el protagonista de las dos primeras películas que hicieron: Es el Rey Arturo en los Caballeros de la Mesa Cuadrada y Brian en La Vida del Ídem. Los Python le consideraban el mejor actor del grupo.

Más allá de su vida profesional, Graham fue uno de los primeros actores británicos (Yo casi diría que del mundo) en hacer pública su homosexualidad y en dedicarse activamente a la defensa de los derechos LGBT (Por cierto, a su pareja de toda la vida, David Sherlock, lo conoció en Ibiza. Si es que ahí no hay españoles, coña). También fue un alcohólico capaz de hacer pasar por sobrio a Boris Yeltsin en una despedida de soltero. En una entrevista he leído que se bebía una pinta (algo más de medio litro) de ginebra diariamente. Rodando la película de los Caballeros de la Mesa Cuadrada necesitó que un especialista le doblara en la escena en la que cruza el puente porque, a pesar de que era un montañero con experiencia, se puso a temblar como un ¨*Metáfora no encontrada*¨ y era incapaz de moverse. Parece ser que ese día todavía no había bebido y estaba con el mono e incluso sufriendo delirium tremens. En 1977 dejó de beber después de una buena bronca del resto de los Python.

En 1971 adoptó legalmente a un adolescente fugado después de discutir con su padre biológico y ver los problemas que tenía en casa.

Una de las cosas malas que tiene ser humorista (y esto lo sabemos todos los que alguna vez en nuestra vida nos hemos subido a un escenario a hacer el cimbel) es que a veces cuesta que te tomen en serio. Me he quedado completamente espantuflao (Tamariz dixit) al ver como, en la entrevista en la que hacía pública su homosexualidad y alcoholismo, el público se descojonaba cuando Graham contaba la cantidad de alcohol que bebía o hablaba de los problemas físicos que le había supuesto.

En 1989 murió de cáncer de garganta (fumaba mucho en pipa) a los 48 años. Murió un día antes del 20 aniversario de la primera emisión de Monty Python Flying Circus, por lo que John Cleese dijo que era el mayor aguafiestas de la historia. Su funeral es una muestra de lo que me gustaría que fuera mi funeral. Me parece que fue Eric Idle (aunque seguramente fue Cleese) el que dijo que durante el funeral dejaron de ser británicos por un rato y dejaron fluir las emociones.

Así creo yo que debe ser el funeral de alguien que se ha dedicado a hacer feliz a la gente: Risas y lágrimas, y ninguna monja cantando en los Alpes. Os dejo un trocito del de Graham, para que veáis a qué me refiero.